PRÓLOGO A VUELO DE PÁJARO
Me he propuesto escribir un libro que trate de las distintas aves que tienen como hábitat
el suelo argentino. He tratado de hacer de ello un divertimento, un juego, un modo de
complicidad porque pienso que estas páginas bien podrían servir para las aulas del ciclo
de educación primaria. Los lectores y lectoras potenciales serán, de este modo, niñas y
niños.
Como ustedes sabrán, los pájaros no saben leer carteles en las rutas. Tampoco reconocen
esas líneas que trazamos los humanos sobre los mapas para dividir, por ejemplo, el
territorio de Tucumán que figura arriba, de Santiago del Estero, que está abajo y al Este.
Por esa razón es imposible adjudicar un ave emblemática a cada provincia o territorio.
Solamente puedo asegurarles que el ave que mencioné en cada provincia o territorio lo
tiene por hábitat, pero no exclusivamente.
El Pájaro Carpintero que figura en nombre de Córdoba también vuela por Santa Fe,
Chaco, Catamarca…no tiene domicilio fijo en Córdoba solamente.
Como sé que las descripciones ornitológicas suelen ser monótonas he colocado frases
que son tropezones. Un lector o lectora distraídos caerán en la trampa si no leen con
atención. Sé de gente que aún sigue en tierra, sin saber que ha caído.
En el libro hay sesgos de fábulas. Les advierto que son falsas. Todas las fábulas son
falsas. Ni las hormigas son “trabajadoras” ni las cigarras son “haraganas”. Los animales
carecen de razonamiento y por eso no tienen responsabilidad ni conducta deliberada. No
pueden pensar porque no tienen capacidad de simbolizar nada. El lenguaje humano está
hecho de símbolos, que son las palabras. Es sabido que, aunque un loro pronuncia
palabras, ignora lo que significan. Por eso decimos que los loros repiten palabras, pero
no hablan.
Si no hay símbolos, tampoco hay razonamiento, ni memoria, ni juicio que nos diga qué
está bien hacer y qué cosas está mal hacerlas. Esa capacidad de discernir lo bueno de lo
perjudicial es exclusivamente humana. Pero el mismo juicio que nos hace humanos y
capaces de comprender a los demás necesita constantemente alimentarse. Por esa razón
hasta cuando jugamos establecemos reglas para el juego. Si alguien no respeta esas
reglas, el juego se termina porque ya no es posible seguir jugando si nadie obedece el
reglamento. Esas reglas de la vida conforman nuestro juicio moral y necesitamos
repasarlas continuamente para saber qué debemos respetar y de qué modo deberíamos
vivir si no queremos ofender o dañar a los demás. Con ese pretexto algunos de estos
pájaros asumen conductas humanas en los juegos. Es un truco entre seres humanos para
seres humanos. Los animales quedan fuera de este juego y nunca deberíamos
adjudicarles conductas deliberadas ni delitos, ya que ellos no saben qué es un delito, pero
nosotros sí, deberíamos aprenderlo día a día para tener una vida social sana y feliz.
Los dibujos que ayudan a distinguir las siluetas de los distintos pájaros que animan estas
páginas pertenecen al artista Miguel Pencieri. Están apenas dibujados para que quien lee
la obra pueda pintarlos con los colores que tiene cada ave.
Quiero expresar mi agradecimiento a un gran amigo que me ayudó desde la distancia del
espacio y el tiempo: Edward Lear.
Si el libro es capaz de generar una sonrisa y entusiasmo por la lectura, el autor ya se
siente feliz. Esa es toda la gracia que espero.
Me preocupó la métrica, pero no más que la música que creo percibir en los sonidos de
las estrofas. Quizás sea solo una ilusión mía, pero las ilusiones también son felices.
Para Marino Esteban, que ama las aves.
ALEJANDRO BOVINO MACIEL,
ALMAGRO, BUENOS AIRES, AÑO 2021.
www.libreriadelapazediciones.com.ar
EL LIBRO DE LOS PÁJAROS DE ARGENTINA
Índice:
- San Juan: Piuquén
- Corrientes: Viudita blanca
- Jujuy: Yuto colorado
- Entre Ríos: Chajá
- Misiones: Yacutingá y Tucán
- C.A.B.A.: Carancho
- La Rioja: Pato crestón
- Catamarca: Cisne cuello negro
- Tierra del Fuego: Pingüino rey
- Tucumán: Picaflor cometa
- Buenos Aires: Chiflón
- Mendoza: Palomita dorada
- Salta: Chinchero grande
- Chaco: Parihuana flamenco
- Neuquén: Bandurria austral
- Chubut: Garza bruja
- Río Negro: Ñandú
- Santiago del Estero: Chuña
- Santa Fe: Crespín
- La Pampa: Hornero
- Antártida: Petrel damero
- Córdoba: Carpintero real
- Islas Malvinas: Gaviota gris
- Santa Cruz: Gavilán mixto
- Formosa: Urutaú
- San Luis: Cotara chiricote
- BUENOS AIRES:
CHIFLÓN
La garza chiflona, chiflón, garza amarilla o garza chiflón (Syrigma sibilatrix) es un ave pelecaniforme de la familia Ardeidae, propia de bañados y aguadas de América del Sur. Los machos adultos rara vez se embriagan. Es la única especie del género Syrigma. Viven en grupos o en parejas. Su reproducción es diferente a las de las demás garzas, ya que danzan en círculos y rondas volando y emitiendo un grito muy agudo y característico (que les da el nombre) antes del apareamiento. Pone de 2 a 4 huevos. Mide entre 50 y 60 cm. Se las puede ver en lagunas, esteros y cauces donde se embalsa el agua de ríos y arroyos.
I
Aquí me pongo a cantar,
al compás de un bandoneón,
una milonga infeliz
con la historia del Chiflón.
Érase una Garza Mora
que se cansó de llamar
a su tía de Burzaco
usando su celular.
Se puso tan furiosa
que le subió el azúcar.
Se le cayó una pluma
debajo de la nuca.
Se preguntaba por qué,
en medio de la pampa,
no había un solo ombú,
y había tanta escarcha.
¿Por qué será comadre
que el mate sabe a menta?
Si el cielo está nublado
es que anuncia tormenta.
Ay, pobres aviadores
debajo de la luna:
¡Cuidado que hay chiflones!
Volando en las alturas.
Ya son cientos y miles
en una caravana.
No está nublado el cielo,
déjense de macanas.
Es el chiflonerío
con alas desplegadas,
buscando una laguna
donde hacer la nidada.
(...) -fragmento-
SAN JUAN: GANSO PIUQUÉN
Los piuquenes de Caucete
van en banda al Bingo,
con gabanes y con ponchos,
en feriados o en domingo.
La piuquena más abuela
les recomienda prudencia.
Que jugar mucho, hace daño
al bolsillo y la conciencia.
Jua jua jua con la abuelita,
se divierten los pichones.
Chapotean en los charcos
y ensucian sus camisones.
La Luna, en su agujero,
acecha desde un cerro.
El Bingo brilla en el verde
y lejos, ladra un perro.
Y las piuquenes comadres
conversaban en la orilla,
diciendo que tanto juego
perjudicó a las familias.
Que, de tanto que apostaba
—me contaba muy prolijo—
que la gansa Margarita
casi se queda sin hijos.
Que ha perdido la cabeza
y empeñaba en la ruleta
los tres huevos del verano,
y otros tres, en la quiniela.
Tanto juego y tanta timba
acabó con los gansitos,
que nacieron encerrados
en la sala del Casino.
Uno, dos, y tres y cuatro.
La abuelita les recuerda
que ese vicio del sorteo
las deja muy enfermas.
Se serenan las bandadas
al saber que hay que volar,
mañana rumbo al Sur,
y empiezan a trabajar
armando sus valijones,
para pasar el verano
en Carmen de Patagones.
Abandonan los casinos,
los bingos y las carreras,
y se aprontan para el viaje
llevándose mil zonceras.
En el Valle del Bermejo
poco llueve, poco llueve.
Y hace falta mucha agua
porque el polvo no se bebe.
Los piuquenes de Caucete
cruzan el cielo bailando,
una chacarera trunca
que se parece a un malambo.
Vestidos con mamelucos
cruzan Valle de la Luna.
Y esas piedras les recuerdan
que han perdido la fortuna,
malgastando toda el agua
en el juego de la lluvia.
AVE MANÍA - EL LIBRO DE LAS AVES ARGENTINAS
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